Cronica de una vidente

Avenida destrucción

Nicolás Tawil, 2deC

Desde que era muy chiquita mi mama me decía que yo parecía “enrazada con brujo” porque de una u otra manera me enteraba de cosas que iban a suceder solo con mis presentimientos, ya fueran buenos o malos…

Después de que el sol se escondió el 12 de mayo de 1990 la tranquilidad para muchos también. Como acostumbro a hacerlo, fui a la misa de las 6 en el parque de mi barrio la merced con mi hermana Nadina que toda su vida ha ayudado en la iglesia. Muy puntual como siempre el padre empezó la misa. Por primera vez no me sentía totalmente a gusto en la casa del Señor, sentía angustia, las manos me sudaban pero pensé que solo era algo de momento, al pasar la misa esa mala corazonada que hasta el momento no sabía en realidad que era, se fue desapareciendo.

 Ya para las 8 de la noche yo me encontraba de nuevo en mi casa que era bastante grande para ser de una mujer soltera de 46 años cuyos hijos ya todos tenían su vida hecha. Dos plantas, patio en la parte trasera, sala/comedor y  3 habitaciones en el segundo piso. Me puse mi pijama y me recosté en la cama a ver mi novela pero otra vez esa pavorosa intuición me atacaba. No sabía que era, pero presentía una cruel “hazaña” por llegar.

 Me quedaba dormida pero solo por pocos minutos, 10 minutos, un cuarto de hora y me despertaba sudando y con ese pensamiento. Muchos lo llaman “don” otros “virtud”, para mí era la peor pesadilla que podía existir. El hecho de predecir cosas que iban a suceder era algo de lo que no me enorgullecía, cuestionaba a Dios a menudo, preguntándole por qué me había mandado con ese terrible sexto sentido. Pero con el tiempo entendí que no valía la pena luchar contra eso, nada ni nadie lo iba a cambiar.

Al cabo de las 11 y media irónicamente yo estaba explotando por dentro de desespero, lo que no sabía es que yo no era la única que estaba explotando... me pregunté repetidas veces qué sería peor, quedarme con la sensación de que algo iba a pasar o imaginarme qué era lo que iba a pasar y de cierta manera podría ser mucho peor que esta sensación.

Concilié el sueño una vez más después de dar repetidas vueltas en mi cama y fue ahí que al fin algo me avisaba la cercana tragedia. En el sueño vi a un hombre  que se me hacía bastante familiar. Gordo, de cara alargada, pelo crespo y bigote negro. De repente vi también un carro rojo, no recuerdo bien qué modelo. En otra parte se encontraba un reloj en cuenta regresiva. 5, 4, 3, 2, 1 y de golpe sonó el teléfono de mi casa. Eran las 12:10 .Me levante alarmada y contesté, yo ya sabía que esa llamada era la que me iba a informar lo sucedido. “Sonia véngase rápido que explotó una bomba en la corporación y los bomberos no han podido abrir la puerta del apartamento de sus papas…”. Esas fueron las palabras que utilizó Nelly la vecina de al frente de mis papás apenas yo contesté. Al ella decirme eso, fue como si hubieran abierto una llave de agua de mis ojos, las lágrimas corrían sin parar, era la reacción a ese sentimiento tan desconsolador que tenía dentro de mí, pero sabía que aunque la noticia me golpeo como un camión, tenía que tomar decisiones rápidas y efectivas, entonces de inmediato salí así tal y como estaba, cogí las llaves y me subí en mi carro. No acostumbro a manejar rápido, nunca había sobrepasado los 35 km/h en mi Chevrolet sprint dentro de la ciudad, pero esa vez estrené el motor, esa vez yo creo que ni la luz me habría alcanzado.

En menos de 5 minutos yo ya estaba en la avenida estación, pero la cuadra de mis papas estaba bloqueada por policías ya que al explotar la bomba la corporación las villas (más conocida actualmente como banco AV villas) explotó completamente y de paso también su caja fuerte que por ende se convirtió en una lluvia de billetes, billetes de cincuenta mil pesos por todas partes. Cualquier  persona se habría bajado a recogerlos, igualmente nadie se daría cuenta, pero yo solo estaba buscando un lugar donde parquear mi verde.

Finalmente conseguí parqueadero en el almacén SIAS que quedaba a dos cuadras de la calle de mis papas.

 Al paso que me iba acercando, la multitud de bomberos, defensa civil, policías, el CTI, la fiscalía se veía mucho más. Todo me hacía recordar mi sueño, cada detalle, cada cosa que veía. Sentía que todo esto ya lo había vivido, era una especie de dejavu. Fue ahí que me di cuenta que en realidad el sueño no era un sueño si no una visión.

 Había mucha gente socorriendo a los heridos e intentando descifrar el crimen. Algo que me llamo la atención, fue el hecho que ese carro rojo (el cual aparecía también en mi visión) quedo encima de un árbol sobre el andén de mis padres.

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