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Par   •  25 Septembre 2014  •  Thèse  •  1 114 Mots (5 Pages)  •  494 Vues

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.Tras de lo cual, desenrollé la tela de mi turbante, como la primera vez, y me la rodeé a la cintura, yendo a situarme debajo del cuarto de carne, que até sólidamente a mi pecho con las dos puntas del turbante.

Permanecí ya algún tiempo en esta posición, cuando súbitamente me sentí llevado por los aires, como una pluma, entre las garras formidables de un rokh y en compañía del cuarto de carne. Y en un abrir y cerrar los ojos me encontré fuera del valle, sobre la cúspide de una montaña, en el nido del rokh, que se dispuso enseguida a despedazar la carne aquella y mi propia carne para sustentar a sus rokhecillos. Pero de pronto se alzó hacia nosotros un estrépito de gritos que asustaron al ave y la obligaron a emprender de nuevo el vuelo, abandonándome. Entonces desaté mis ligaduras y me erguí sobre ambos pies, con huellas de sangre en mis vestidos y en mi rostro.

Vi a la sazón aproximarse al sitio en que yo estaba a un mercader, que se mostró muy contrariado y asombrado al percibirme. Pero advirtiendo que yo no le quería mal y que ni aun me movía, se inclinó sobre el cuarto de carne y lo escudriñó, sin encontrar en él los diamantes que buscaba. Entonces alzó al cielo sus largos brazos y se lamentó, diciendo: "¡Qué desilusión! ¡Estoy perdido! ¡No hay recurso más que en Alah! ¡Me refugio en Alah contra el Maldito, el Malhechor!" Y se golpeó una con otra las palmas de las manos, como señal de una desesperación inmensa.

Al advertir aquello, me acerqué a él y le deseé la paz. Pero él, sin corresponder a mi zalema, me arañó furioso y exclamó: "¿Quién eres? ¿Y de dónde viniste para robarme mi fortuna?" Le respondí: "No temas nada, ¡oh digno mercader! porque no soy ningún ladrón, y tu fortuna en nada ha disminuido. Soy un ser humano y no un genio malhechor, como creías, por lo visto. Soy incluso un hombre honrado entre la gente honrada, y antiguamente, antes de correr aventuras tan extrañas, yo tenía también el oficio de mercader.

En cuanto al motivo de mi venida a este paraje, es una historia asombrosa, que te contaré al punto. ¡Pero de antemano, quiero probarte mis buenas intenciones gratificándote con algunos diamantes recogidos por mí mismo en el fondo de esa cima, que jamás fue sondeada por la vista humana!"

Saqué enseguida de mi cinturón algunos hermosos ejemplares de diamantes, y se los entregué, diciéndole: "¡He aquí una ganancia que no habrías osado esperar en tu vida!"

Entonces el propietario del cuarto de carnero manifestó una alegría inconcebible y me dio muchas gracias, y tras de mil zalemas, me dijo: "¡La bendición está contigo, oh mi señor! ¡Uno solo de estos diamantes bastaría para enriquecerme hasta la más dilatada vejez! ¡Porque en mi vida hube de verlos semejantes ni en la corte de los reyes y sultanes!" Y me dio gracias otra vez, y finalmente llamó a otros mercaderes que allí se hallaban y que se agruparon en torno mío, deseándome la paz y la bienvenida. Y les conté mi rara aventura desde el principio hasta el fin. Pero no sería útil repetirla.

Entonces, vueltos de su asombro los mercaderes, me felicitaron mucho por mi liberación, diciéndome: "¡Por Alah! ¡Tu destino te ha sacado de un abismo del que nadie regresó nunca!" Después, al verme extenuado por la

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