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Al Andalus 800 ans de coexistence interculturelle (document en espagnol)

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Par   •  5 Janvier 2015  •  Analyse sectorielle  •  6 470 Mots (26 Pages)  •  843 Vues

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Al Andalus

800 años de convivencia intercultural

Prólogo

La presente es una de las exposiciones realizadas por el Profesor Elía en el seminario "El Islam: arte, derecho, economía, filosofía, historia y teología. 15 siglos de civilización y cultura", que tuvo lugar en Buenos Aires, en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, del 23 de Octubre al 27 de Noviembre de 1.996.

Introducción

Cuando se habla de España y el Islam, se suele hacer referencia a un concepto con claro significado religioso y a otro con contenido muy directo, de carácter lingüístico. Se habla así, de España musulmana o de España árabe. Sin embargo, en términos populares, con significado antropológico físico en primer lugar, se habla de la España mora. La palabra castellana moro, viene, sin duda, del latín "maurus", y del griego "mávros", que significa "oscuro", "negro". Escritores latinos como Juvenal (60-140) y Lucano (39-65) mencionan a los mauros, también conocidos como númidas, que constituían en tiempos de lugurta (160-104) un pueblo caracterizado por su energía física y belicosidad. Recordemos a la famosa caballería númida empleada por los cartagineses en las guerras púnicas. La designación étnica en suma, es muy antigua y al principio no tuvo el carácter peyorativo, como lo adquirió después.

Parece claro que la palabra "morisco" se forma como "berberisco", y es un diminutivo cariñoso que más tarde se empleó para identificar a los hispano-musulmanes que permanecieron en la Península luego de la caída de Granada. Otros sinónimos son moruno, morería, almoraima, etc. La acepción de beréber, que es otra forma de llamar a los moros, está relacionada con la denominación utilizada por griegos y romanos para designar a los pueblos extranjeros: bárbaros. En la antigüedad clásica el norte de Africa era conocido como Berbería o país de los beréberes. El país de los mauros o mauritanos se conocía como Mauritania, que luego fue provincia romana y hoy es un estado islámico.

Los musulmanes de los siglos VII, VIII y IX aplicaron el nombre de Al Andalus a todas aquellas tierras que habían formado parte del reino visigodo: la Península Ibérica, la Septimanía francesa y las Islas Baleares. En un sentido más estricto, Al Andalus comprenderá la parte de aquellos territorios administrados por el Islam. Conforme avanzaba la conquista cristiana, su extensión se iba reduciendo progresivamente y a partir del siglo XIII designó exclusivamente al reino nazarí de Granada. La prolongada resistencia musulmana granadina contra las incursiones castellano-aragonesas permitirá que se fije el nombre de Al Andalus y se perpetúe en el actual de Andalucía.

El islamólogo holandés Reinhart Dozy (1.820-1.883), autor de la famosa obra "Historia de los musulmanes de España", impulsó la teoría que fue apoyada por muchos historiadores modernos según la cual el nombre de Al Andalus está relacionado con los Vándalos, suponiendo sin ningún fundamento que la Bética pudo llamarse en alguna ocasión Vandalicia o Vandalucía.

Nosotros compartimos la opinión del eminente filólogo español don Joaquín Vallvé, vertida en su trabajo erudito "La división territorial de la España musulmana". Éste dice que la expresión árabe Yazirat al Andalus (isla de Al Andalus) (1) es una traducción pura y simple de "isla del Atlántico" o "Atlántida" (2). Los textos musulmanes que dan las primeras noticias de la isla de Al Andalus y del mar de Al Andalus, se clarifican extraordinariamente si sustituimos dichas expresiones por isla de los Atlantes o Atlántida y por mar Atlántico. Lo mismo podernos decir del tema de Hércules y las Amazonas, cuya isla, según los comentaristas musulmanes de estas leyendas grecolatinas estaba situada en el Yauf al Andalus, lo cual cabe interpretar como "al norte o en el interior del Mar Atlántico".

La entrada de los musulmanes en la Península

La cuestión de cómo y por qué entraron los musulmanes en la Península Ibérica estuvo sustentada durante muchos siglos por mitos, leyendas y relatos históricos sumamente parciales. Gracias a la labor encomiable e imparcial de estudiosos e investigadores españoles como don Américo Castro (1.885-1.972), Julián Ribera (1.858-1.934), Julio Caro Baroja (1914-1995), y Juan Goytisolo (nacido en 1.931), hemos podido reconstruir una historia que se creía perdida para siempre. Por ejemplo, Ribera ha descubierto gran cantidad de interesante información en la crónica de Ibn Al Qutiyya, un historiador hispano-musulmán descendiente de los príncipes visigodos, cuyo nombre significa descendiente de la Goda. El análisis de los toponimios está rindiendo poco a poco información útil, y recientemente se ha podido demostrar así con casi total certeza que muchos de los beréberes que llegaron a España con los árabes musulmanes eran aun cristianos y luego, más tarde, se islamizaron.

La historia de la España musulmana comienza en el año 711, a finales de abril en que Tariq Ibn Ziad, a la cabeza de un ejército de siete mil hombres en el que domina la etnia beréber de la que él forma parte (los árabes eran menos de 300), cruza el estrecho que llevará a partir de entonces su nombre, para desembarcar en la Península Ibérica. El contingente islamo-veréber hizo la travesía a bordo de la flota del conde Don Julián, el antiguo gobernador cristiano de Ceuta que se había puesto al servicio del gobernador musulmán de la Ifriqiyah, Musa lbn Nusair, con sede en Qairauan (hoy Tunicia).

Ahora hay algo clave para contárabe: Por un lado, el conde Don Julián era un cristiano unitario, es decir un monoteísta puro, que adhería a las enseñanzas de los cristianos primitivos y de los llamados Padres y Doctores de la Iglesia, como Orígenes (185-254), Clemente de Alejandría (m. 215), Tertuliano (155-220) y Justino Mártir (100-165), y especialmente al obispo griego Arrio (256-336), nacido en Libia, todos ellos defensores de un acendrado monoteísmo que rechazaba la divinidad de Jesús. La doctrina de la Trinidad, recordemos, fue instaurada en la Iglesia Católica recién a partir del Primer Concilio de Nicea, en 325, y, produjo un gran cisma entre los cristianos de oriente, partidarios del monoteísmo, y los obispos occidentales liderados por Osio (257-358) que a través del llamado pacto constantiniano monopolizaron desde entonces la orientación y el poder de la Iglesia. El

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