Tristán e Iseo

ARGUMENTO

Tristán nació de padres reyes; sin embargo, su alumbramiento trajo consigo la mala suerte: su madre murió para traerlo al mundo. Con su padre muerto en batalla, el niño fue entregado al rey Marcos de Cornualles, su tío. Cornualles tenía que pagar un tributo al rey de Irlanda, así que Tristán luchó con el Morholt de Irlanda para defender la libertad de Cornualles. Mató a Morholt liberando a su reino, pero sin embargo, él quedó herido de muerte. Fue Iseo la Rubia, hija del rey de Irlanda, quien lo curó.

Tristán convenció al rey que debía casarse con Iseo la Rubia y fue en su busca a Irlanda. El rey la entregó a Tristán, ya que había prometido la mano de su hija a quien acabara con el gigante Mohrolt.

Durante el regreso en barco hacia Cornualles, debido a un error, Tristán e Iseo bebieron del filtro del amor, que la madre de Iseo entregó a Brangel (la fiel compañera y doncella de Iseo), para que se lo diera de beber a Iseo y al rey Marcos en la noche de bodas para que, en cuanto lo bebieran, ambos se amaran eternamente. En el mismo instante en que Tristán e Iseo bebieron el filtro mágico empezó su historia de amor, sin embargo, esto no cambia nada: Iseo la Rubia se casará con el rey Marcos de Cornualles.

Sin embargo, los encuentros entre Tristán e Iseo nunca cesaron, incluso llegó un momento en que ambos se fugaron y se fueron a vivir al bosque. Allí duraron tres años hasta que una noche el rey Marcos los encontró durmiendo en una cueva. Allí yacían los dos, pero la espada de Tristán, clavada en el suelo en mitad de la pareja, fue un símbolo para el rey Marcos de la castidad de la pareja. Marcos perdonó a Iseo y volvieron juntos al castillo.

Durante años siguió habiendo encuentros entre ellos, hasta que Tristán decidió irse a Bretaña y allí se casó con Iseo la de las Blancas Manos, cuya belleza le recordaba a Iseo la Rubia, pero Tristán no la amaba.

En una guerra en Bretaña, Tristán fue herido por una espada envenenada y enfermó gravemente. Le pidió a su cuñado que fuera en busca de Iseo la Rubia y le dijera lo mucho que la amaba y que solo ella podría curarlo. Entre su cuñado y él, hicieron un pacto: si Iseo la Rubia volvía, tenían que poner en el mástil las velas blancas; si no, las negras Iseo la de las Blancas Manos lo oyó todo.

A su regreso, el barco en el que se fue su cuñado, trajo las velas blancas, pero Iseo la de las Blancas Manos, movida por los celos, le dijo a Tristán que las velas eran negras. Tristán, sintiéndose abandonado por la mujer a la que amaba, se dejó morir. Cuando Iseo la Rubia, llegó y lo vio muerto, se agarró a él y murió entre sus brazos.

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