Pollos, Polleros Y Policiaq

Pollos», «polleros» y policías

Un nuevo «muro de la vergüenza» entre Estados Unidos y México intenta impedir que los jóvenes latinoamericanos alcancen el nuevo Eldorado.

CRISTINA FERNANDEZ GOMEZ

TIJUANA

(México)

Encorvadas las espaldas1 y a la carrera2, dos pequeñas sombras cruzan veloces y se encaraman3 a la muralla de metal. La barrera, de unos tres metros de altura, separa la localidad de San Isidro, en EEUU, de la ciudad mexicana de Tijuana. «¡Apúrate! ¡Orale!4», grita Miko Valenzuela, de 12 años. «No, compa5, ahí esta la Migra», advierte Juan Ramón García, un año mayor.

Al otro lado, dos jeeps de la border patrol (policía fronteriza) vigilan la entrada de ilegales en el país norteamericano. Cuentan con sofisticado material para detectar a los furtivos. Cámaras de gran resolución, rayos infrarrojos de visión nocturna y avanzados sistemas de rastreo6 por satélite. «Cuidado, chamacos7, vienen los Beta», alerta un vendedor ambulante de sopas y tacos.

Los agentes Beta son la aportación de México. Policías que se dedican a proteger a los ilegales de los polleros, nombre con el que se conoce a los traficantes de indocumentados8.

Como Miko y Juan Ramón, más de 80.000 niños han cruzado ilegalmente la frontera que separa los dos países. Una línea de 3.200 kilómetros. Algunos huyen de la miseria. Otros quieren reunirse con sus padres, que un día se marcharon hacia la tierra prometida. Alrededor de 30.000 de estos menores son detenidos y expulsados, pero la mayoría prueba suerte una y otra vez. Tijuana es uno de los puntos fronterizos de más tráfico. «El jale [trajín] 9 comienza a las tres de la madrugada, que es la mejor hora porque los gringos hacen el cambio de guardia», explica Juan Ramón, para quien «brincar al norte10» se ha convertido en una obsesión. «Mi papá se marchó hace 12 años, cuando yo era bebito», masculla11 estirándose un jersey mugriento12.

«Muchos se convierten en víctimas de la violencia, las drogas, la explotación y los malos tratos», asegura Rosa Altagracia, psicóloga y coordinadora de un programa para niños que viven en condiciones extremas.

Tijuana es una ciudad sin ley. El año pasado se registraron 260 homicidios. Las autoridades dicen que se deben a ajustes de cuentas13 entre narcos, soplones14 y bandas de polleros. Defenderse de estos últimos es duro para los niños. Los contrabandistas de ilegales acusan a los menores de atraer a la Migra y poner en peligro su trabajo.

En ocasiones, los niños son utilizados por estas mafias como guías. Es el caso de Luis, 11 años, recluido en un albergue15 tras ser detenido in fraganti en EEUU y deportado.

«Normalmente éramos dos niños. Nos llevábamos a 10 indocumentados. Cinco más se llevaban a otro grupo y despistaban16 a la "Migra" mientras nosotros entrábamos», relata el chaval haciendo grandes aspavientos17. «Un día vino la patrulla y se me perdieron todos. Encontré a ocho. Los llevé donde la señora Elena, en San Diego. Me pagó y regresé. Le entregué18 el dinero al que me mandó. Yo ganaba diez dólares por cada uno, pero es un trabajo bien cansado».

En el refugio de los menores repatriados, una docena de pequeños devora frijoles mientras discute la formula para colarse19 de nuevo al otro lado. Alberto ha intentado pasar a EEUU en tres ocasiones. En todas fue detenido. «Me voy a tener que tirar20 con un pollero. No hay otra opción», dice enumerando la lista de tarifas y servicios. 250 dólares por una brincada21. Entre 400 y 600 dólares por «entrega a domicilio»22, en una dirección donde alguien les espera. José, un chaval de 14 años procedente de Guanajuato, lo mira a los ojos. «Yo paso de23 ir de pollo, no tengo dinero, voy a brincar la valla y a correr».

1 les épaules courbées 2 en courant 3 grimper 4 allez! 5 compañero 6 ratissage 7 garçons 8 sans papiers 9 remue-ménage 10 « sauter vers le nord » 11 marmonner 12 un pull crasseux 13 règlements de compte 14 mouchards 15 enfermé dans une pension / un refuge 16 dérouter

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